Ogum, el pacificador el mediador
Una
vez más nos encontramos homenajeando al Pai Ogum, uno de los 7
Orixás mayores o Divinos
integrante de las 7 Líneas de Umbanda.
Este
guerrero mítico originario de la mitología Yoruba africana, es
comprendido como el Señor del hierro,
del fuego y la guerra, es a su vez sincretizado
con
los Santos Católicos: San Jorge y San António.
Su
nombre OGUM, en lengua Yoruba (africana), quiere decir precisamente:
Guerrero y ello obedece a una civilización ancestral, la cual en
aquellos viejos tiempos, un guerrero era tan importante como un
político lo es hoy para la democracia de los países del mundo.
Las
guerras y batallas eran parte de una forma de ser y vivir, convivir y
sobre vivir, la búsqueda y control del poder era precisamente a
través de la guerra para conquistar tierras y someter a sus
habitantes.
Al
día de hoy, esa misma búsqueda de poder cuenta con otros aliados:
el poder político, el poder ideológico y el poder económico, para
satisfacer los mismos instintos primarios del hombre. A esta
naturaleza humana se la suele entender como instinto animal,
mostrando con ello lo poco que hemos evolucionado a lo largo de los
últimos 2000 años, pues, es incuestionable la superioridad de los
malos instintos por
sobre
nuestra inteligencia y amor.
Muchos
somos los que confundimos evolución tecnológica con evolución de
Consciencia,
y he-te
aquí nuevamente, caemos en la tentación de estimular este instinto,
confundiendo una vez más, los medios con los fines; buscando a
través de ella, el predominio del hombre sobre el hombre.
Algunas
religiones y religiosos, también solemos caer en la trampa de este
sentimiento malsano cuando buscamos denodadamente la hegemonía de
una Religión sobre otra, en este caso, a través del
fundamentalismo, o simplemente fanatismo religioso, que fácilmente
se puede justificar una vez más, como “guerra santa”.
En
la guerra todo se puede justificar, desde los crímenes más
horrendos, hasta la traición, la mentira, la falsedad, y otros
crímenes contra nuestra propia dignidad con tal de salir ilesos o
triunfantes. Se justifica entonces la existencia de aquellos
guerreros que tanto conquistaban como defendían, pues, eran
cuestiones común al estado de Consciencia
de aquellas civilizaciones.
Un
guerrero, no es, de ninguna manera, un soldado: (ser surgido de los
guerreros de antaño) para defender los intereses de los más
poderosos. Si algo tenemos que destacar es precisamente la profunda
diferencia entre un guerrero y un soldado. Uno con total Consciencia
de que defendía su familia, su pueblo, su cultura, sus ancestros y
su propia dignidad de guerrero, en cambio el otro, un ser asalariado
o profesional preparado para integrar un ejército que será
utilizado con diferentes fines e intereses.
Si
lográsemos transmutar estas actividades bélicas al común de
nuestras vidas, quizás encontrásemos, las razones y sin razones de
nuestra precaria evolución. Seguimos siendo guerreros algunos,
soldados otros de innumerables batallas cotidianas, personales,
sociales, raciales y colectivas que han convertido nuestras vidas en
un campo de batalla.
En
efecto,
“la vida es una lucha”
decimos casi todos. El espíritu de la guerra, la confrontación, la
pelea, la disputa está impresa en nuestros vínculos familiares,
sociales y planetario, y ella solo finaliza cuando nos imponemos a
los otros. Convertida en una manera de encarar la vida, nos
encontramos en guerra, contra todos y contra todo lo que amenace
nuestra INDIVIDUALIDAD.
A
partir de aquí, nuestros enemigos pasan a ser cualquier cosa que
represente lo esencialmente diferente a aquello que no encaje o
resista a nuestros ideales o deseos.
¿Qué
ha cambiado desde el mito creador de Ogum, hasta nuestros días?
Infelizmente,
sólo el escenario, pues, nuestros pensamientos y sentimientos
respecto a nuestra forma de vida están intactos. Y he
aquí nuestra recurrente pregunta ¿qué tiene que ver Ogum en todo
esto? Ideológicamente,
teológicamente y espiritualmente, nada.
Él, no nos ha persuadido que tengamos que pelear contra todo y todos
para mantener el poder sobre la mente y la vida de los demás, es una
decisión absolutamente personal de cada uno de nosotros.
Hasta
aquí hemos visto como un arquetipo (Ogum-guerrero)
nos ha formado mental y culturalmente a tal punto, que su carácter
de guerrero se ha convertido en modelo de nuestras vidas hasta el día
hoy: “ganar o perder”, “matar o morir”.
Hoy
en pleno siglo XXI y transitando la era de acuario, los religiosos
afros y umbandistas deberíamos re-adecuar y re-interpretar nuestros
mitos sobre nuestros Orixás y Entidades Espirituales.
Si
bien es cierto, otrora, estas divinidades eran invocadas para
imprimir valor y coraje a los guerreros que avanzaban al frente de la
batalla, también podríamos invocar esas mismas fuerzas, para
levantarnos a la mañana y salir con determinación a ganarnos el pan
de cada día para alimentar a nuestros hijos y dar un poco de
dignidad a nuestras familias.
Nuestra
religiosidad además de mitológica, también es metafísica y todos
sus principios científicos y filosóficos. Según las conclusiones
de éstas, sus características pueden ser perfectamente asimilables
a lo que dicen antiguas lenguas: Agaum, Igaum y Agni el Dios del
fuego hindú; que en concreto puede ser comprendido como: “El fuego
de la salvación o de la gloria”, él, es considerado el mediador o
controlador de los choques kármicos.
Instintivamente,
si se nos permite decir, el poder volitivo de este Orixá se
concentra en el plexo solar en nuestro cuerpo energético y en el
páncreas en nuestro cuerpo físico, imprimiendo los impulsos y
embates energéticos provenientes del intenso fuego de Ogum, que
muchas veces nos lleva actuar impulsivamente sin importar a quienes
dañamos.
De
manera que, tengamos en cuenta que en nuestra dimensión todo cuenta
con su propia polaridad, nada es absolutamente radical. Quien haya
comprendido la ley de la polaridad, sabe que toda meta se alcanza
solamente a través del polo opuesto y no por el camino directo, es
decir, el que es más fácil, como lo trata de hacer la mayoría de
las
perosnas:
dejarse
llevar por el impulso.
Si
continuamos utilizando la energía fuego de Ogum como estandarte para
dirimir nuestras diferencias, inevitablemente, el dolor y sufrimiento
permanecerá atormentado nuestras vidas.
Hasta
ahora nos hemos valido sólo de una de las polaridades de las
influencias de Ogum, su aspecto negativo, y así nos está yendo...
Sin embargo, muchos errores se podrían evitar con una mejor
comprensión de la Ley de polaridad. La meta de nuestros destinos es
precisamente la superación de estas polaridades. En párrafos
siguientes veremos algunos de los muchos aspectos positivos del Orixá
Ogum, interpretando estos principios primordiales que hacen a nuestra
conformación psíquica y vital.
Convengamos
que no estamos hablando de un Ser con forma humana, o que haya pasado
por el plano terrenal, estamos hablando de un Orixá, o sea, una
energía mental cósmica que nos llega en forma de vibraciones,
fluídos, electromagnetismo y otras fuerzas que nos llegan del
Universo
de Seres Espirituales afines a su vibración y que a su vez nos
influyen notoriamente manifestándose en nuestros pensamientos,
sentimientos e impulsos.
Estamos
convencidos que el sufrimiento de la inmensa mayoría de los Seres
Humanos, surge precisamente de éste mito y su arquetipo, mal usado y
peor interpretado, por todos nosotros. Pero ya es tiempo de cambiar,
por fin, nos está llegando la Luz
a nuestras mentes y a nuestros corazones.
Esa
vitalidad que él nos imprime, es para que mantengamos viva nuestra
integridad humana, que instintivamente vitaliza nuestro YO SUPERIOR,
naturaleza viva de nuestra razón existencial.
De
ahí que el hombre procure siempre la libertad, a pesar de las
cadenas que se aplicaron y se aplican a lo largo y a lo ancho de la
historiografía del hombre hasta nuestros días, en una conquista
incansable del poder del hombre sobre el hombre.
Ogúm,
ese faro
cósmico que a todos nos ilumina con su Luz;
redentora del brillo de su espada justiciera, que envía en su
representación aquellos guerreros ancestrales que entendieron y
defendieron causas nobles y justas, llegan hoy como Caboclos de Ogum,
para luchar por la Ley Mayor: UMBANDA.
Él,
es el protector incondicional de aquellos hijos de fe umbandistas
que luchan en el más puro anonimato por llevar adelante la bandera
de Umbanda y también de
aquellos
otros que se exponen ante un pueblo hostil, desconfiado y pre
juicioso que ataca y discrimina nuestra religiosidad.
Sin
dudas, Él
se encuentra delante de nosotros, abriendo mentes y conquistando
consciencias, que entenderán, al fin, que nuestra propuesta es por
un mundo mejor para todos, sin distinción de razas y clases
sociales.
Tarde
o temprano toda creencia mal encausada perderá vigencia e
inevitablemente dejará paso a nuevos o viejos conocimientos, pues la
verdad de hoy puede ser el error de mañana. Tengamos en cuenta que
derrumbar paradigmas no es tarea fácil, alentemos pues, A
aquellos
nobles
umbandistas que en ésta
nueva era, la era de la Luz,
procuran pacíficamente re- interpretar nuestros mitos.
Todas
éstas
observaciones, de ninguna manera pretenden convertirse en crítica a
nuestros mayores y hermanos religiosos, sino que pretenden,
permitirnos el derecho a pensar libremente sobre nuestros mitos y
creencias, sin dogmas que nos limiten.
Para
finalizar, tengamos en cuenta que nuestra Ley Mayor es amplia, basta
e inclusiva y ella extiende su campo de actuación a todos los planos
y niveles de vida de TODAS las Consciencias,
porque Zamby, nuestro Dios, no privilegia a ninguna de sus
individualidades.
Que
Ogúm, el Guerrero de la Luz nos proteja a todos con su escudo ante
los embates de las negatividades, surgidas del diario vivir en las
campiñas de nuestra precaria existencia
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