23 de abril de 2015




Ogum, el pacificador el mediador



Una vez más nos encontramos homenajeando al Pai Ogum, uno de los 7 Orixás mayores o Divinos integrante de las 7 Líneas de Umbanda.
Este guerrero mítico originario de la mitología Yoruba africana, es comprendido como el Señor del hierro, del fuego y la guerra, es a su vez sincretizado con los Santos Católicos: San Jorge y San António.

Su nombre OGUM, en lengua Yoruba (africana), quiere decir precisamente: Guerrero y ello obedece a una civilización ancestral, la cual en aquellos viejos tiempos, un guerrero era tan importante como un político lo es hoy para la democracia de los países del mundo.

Las guerras y batallas eran parte de una forma de ser y vivir, convivir y sobre vivir, la búsqueda y control del poder era precisamente a través de la guerra para conquistar tierras y someter a sus habitantes.
Al día de hoy, esa misma búsqueda de poder cuenta con otros aliados: el poder político, el poder ideológico y el poder económico, para satisfacer los mismos instintos primarios del hombre. A esta naturaleza humana se la suele entender como instinto animal, mostrando con ello lo poco que hemos evolucionado a lo largo de los últimos 2000 años, pues, es incuestionable la superioridad de los malos instintos por sobre nuestra inteligencia y amor.

Muchos somos los que confundimos evolución tecnológica con evolución de Consciencia, y he-te aquí nuevamente, caemos en la tentación de estimular este instinto, confundiendo una vez más, los medios con los fines; buscando a través de ella, el predominio del hombre sobre el hombre.

Algunas religiones y religiosos, también solemos caer en la trampa de este sentimiento malsano cuando buscamos denodadamente la hegemonía de una Religión sobre otra, en este caso, a través del fundamentalismo, o simplemente fanatismo religioso, que fácilmente se puede justificar una vez más, como “guerra santa”.

En la guerra todo se puede justificar, desde los crímenes más horrendos, hasta la traición, la mentira, la falsedad, y otros crímenes contra nuestra propia dignidad con tal de salir ilesos o triunfantes. Se justifica entonces la existencia de aquellos guerreros que tanto conquistaban como defendían, pues, eran cuestiones común al estado de Consciencia de aquellas civilizaciones.

Un guerrero, no es, de ninguna manera, un soldado: (ser surgido de los guerreros de antaño) para defender los intereses de los más poderosos. Si algo tenemos que destacar es precisamente la profunda diferencia entre un guerrero y un soldado. Uno con total Consciencia de que defendía su familia, su pueblo, su cultura, sus ancestros y su propia dignidad de guerrero, en cambio el otro, un ser asalariado o profesional preparado para integrar un ejército que será utilizado con diferentes fines e intereses.

Si lográsemos transmutar estas actividades bélicas al común de nuestras vidas, quizás encontrásemos, las razones y sin razones de nuestra precaria evolución. Seguimos siendo guerreros algunos, soldados otros de innumerables batallas cotidianas, personales, sociales, raciales y colectivas que han convertido nuestras vidas en un campo de batalla.

En efecto, “la vida es una lucha” decimos casi todos. El espíritu de la guerra, la confrontación, la pelea, la disputa está impresa en nuestros vínculos familiares, sociales y planetario, y ella solo finaliza cuando nos imponemos a los otros. Convertida en una manera de encarar la vida, nos encontramos en guerra, contra todos y contra todo lo que amenace nuestra INDIVIDUALIDAD.
A partir de aquí, nuestros enemigos pasan a ser cualquier cosa que represente lo esencialmente diferente a aquello que no encaje o resista a nuestros ideales o deseos.

¿Qué ha cambiado desde el mito creador de Ogum, hasta nuestros días?
Infelizmente, sólo el escenario, pues, nuestros pensamientos y sentimientos respecto a nuestra forma de vida están intactos. Y he aquí nuestra recurrente pregunta ¿qué tiene que ver Ogum en todo esto? Ideológicamente, teológicamente y espiritualmente, nada. Él, no nos ha persuadido que tengamos que pelear contra todo y todos para mantener el poder sobre la mente y la vida de los demás, es una decisión absolutamente personal de cada uno de nosotros.

Hasta aquí hemos visto como un arquetipo (Ogum-guerrero) nos ha formado mental y culturalmente a tal punto, que su carácter de guerrero se ha convertido en modelo de nuestras vidas hasta el día hoy: “ganar o perder”, “matar o morir”.

Hoy en pleno siglo XXI y transitando la era de acuario, los religiosos afros y umbandistas deberíamos re-adecuar y re-interpretar nuestros mitos sobre nuestros Orixás y Entidades Espirituales.
Si bien es cierto, otrora, estas divinidades eran invocadas para imprimir valor y coraje a los guerreros que avanzaban al frente de la batalla, también podríamos invocar esas mismas fuerzas, para levantarnos a la mañana y salir con determinación a ganarnos el pan de cada día para alimentar a nuestros hijos y dar un poco de dignidad a nuestras familias.

Nuestra religiosidad además de mitológica, también es metafísica y todos sus principios científicos y filosóficos. Según las conclusiones de éstas, sus características pueden ser perfectamente asimilables a lo que dicen antiguas lenguas: Agaum, Igaum y Agni el Dios del fuego hindú; que en concreto puede ser comprendido como: “El fuego de la salvación o de la gloria”, él, es considerado el mediador o controlador de los choques kármicos.

Instintivamente, si se nos permite decir, el poder volitivo de este Orixá se concentra en el plexo solar en nuestro cuerpo energético y en el páncreas en nuestro cuerpo físico, imprimiendo los impulsos y embates energéticos provenientes del intenso fuego de Ogum, que muchas veces nos lleva actuar impulsivamente sin importar a quienes dañamos.

De manera que, tengamos en cuenta que en nuestra dimensión todo cuenta con su propia polaridad, nada es absolutamente radical. Quien haya comprendido la ley de la polaridad, sabe que toda meta se alcanza solamente a través del polo opuesto y no por el camino directo, es decir, el que es más fácil, como lo trata de hacer la mayoría de las perosnas: dejarse llevar por el impulso.
Si continuamos utilizando la energía fuego de Ogum como estandarte para dirimir nuestras diferencias, inevitablemente, el dolor y sufrimiento permanecerá atormentado nuestras vidas.

Hasta ahora nos hemos valido sólo de una de las polaridades de las influencias de Ogum, su aspecto negativo, y así nos está yendo... Sin embargo, muchos errores se podrían evitar con una mejor comprensión de la Ley de polaridad. La meta de nuestros destinos es precisamente la superación de estas polaridades. En párrafos siguientes veremos algunos de los muchos aspectos positivos del Orixá Ogum, interpretando estos principios primordiales que hacen a nuestra conformación psíquica y vital.
Convengamos que no estamos hablando de un Ser con forma humana, o que haya pasado por el plano terrenal, estamos hablando de un Orixá, o sea, una energía mental cósmica que nos llega en forma de vibraciones, fluídos, electromagnetismo y otras fuerzas que nos llegan del Universo de Seres Espirituales afines a su vibración y que a su vez nos influyen notoriamente manifestándose en nuestros pensamientos, sentimientos e impulsos.
Estamos convencidos que el sufrimiento de la inmensa mayoría de los Seres Humanos, surge precisamente de éste mito y su arquetipo, mal usado y peor interpretado, por todos nosotros. Pero ya es tiempo de cambiar, por fin, nos está llegando la Luz a nuestras mentes y a nuestros corazones.

Esa vitalidad que él nos imprime, es para que mantengamos viva nuestra integridad humana, que instintivamente vitaliza nuestro YO SUPERIOR, naturaleza viva de nuestra razón existencial.
De ahí que el hombre procure siempre la libertad, a pesar de las cadenas que se aplicaron y se aplican a lo largo y a lo ancho de la historiografía del hombre hasta nuestros días, en una conquista incansable del poder del hombre sobre el hombre.

Ogúm, ese faro cósmico que a todos nos ilumina con su Luz; redentora del brillo de su espada justiciera, que envía en su representación aquellos guerreros ancestrales que entendieron y defendieron causas nobles y justas, llegan hoy como Caboclos de Ogum, para luchar por la Ley Mayor: UMBANDA.

Él, es el protector incondicional de aquellos hijos de fe umbandistas que luchan en el más puro anonimato por llevar adelante la bandera de Umbanda y también de aquellos otros que se exponen ante un pueblo hostil, desconfiado y pre juicioso que ataca y discrimina nuestra religiosidad.
Sin dudas, Él se encuentra delante de nosotros, abriendo mentes y conquistando consciencias, que entenderán, al fin, que nuestra propuesta es por un mundo mejor para todos, sin distinción de razas y clases sociales.

Tarde o temprano toda creencia mal encausada perderá vigencia e inevitablemente dejará paso a nuevos o viejos conocimientos, pues la verdad de hoy puede ser el error de mañana. Tengamos en cuenta que derrumbar paradigmas no es tarea fácil, alentemos pues, A aquellos nobles umbandistas que en ésta nueva era, la era de la Luz, procuran pacíficamente re- interpretar nuestros mitos.

Todas éstas observaciones, de ninguna manera pretenden convertirse en crítica a nuestros mayores y hermanos religiosos, sino que pretenden, permitirnos el derecho a pensar libremente sobre nuestros mitos y creencias, sin dogmas que nos limiten.

Para finalizar, tengamos en cuenta que nuestra Ley Mayor es amplia, basta e inclusiva y ella extiende su campo de actuación a todos los planos y niveles de vida de TODAS las Consciencias, porque Zamby, nuestro Dios, no privilegia a ninguna de sus individualidades.

Que Ogúm, el Guerrero de la Luz nos proteja a todos con su escudo ante los embates de las negatividades, surgidas del diario vivir en las campiñas de nuestra precaria existencia














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