REALIZÓ UN ENCUENTRO EN CONMEMORACIÓN
DEL "RE-NACIMIENTO" DE UMBANDA EN SUS 107
AÑOS, EN LA TORRE DE LAS COMUNICACIONES DE
ANTEL.
En esta jornada participaron un grupo de estudiantes del curso 2015 de Antropología Social III/Sistemas Socioculturales de América del departamento de Antropología Social de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación e integrantes del Centro Reino da Mata y contó con la exposición de investigadores afrouruguayos. Lo compartimos con ustedes:
EL FECHICERO JUCAS ROSA
Pai Quibombo
Continuamos instalados en Brasil a fines del
siglo XIX y principios del siglo XX donde se desarrollan las historias que les
vamos compartir. Ese momento histórico que Brasil vivía, tiene como fenómenos a
destacar: los debates entre el imperio y la república, entre los abolicionistas
y quienes querían mantener el sistema esclavista; entre la medicina científica
y el llamado “curanderismo” y finalmente, la instalación del llamado cuarto
poder, la prensa, directa responsable en los hechos que vamos a desarrollar.
De manera que, tenemos aquí un país continente,
de enormes dimensiones, cuya élite intentó de todas maneras frenar el avance de
la cultura africana e indígena. Los indígenas fueron recluidos en reservas,
lejos de las ciudades. No lograron hacer lo mismo con los africanos y su
descendencia quienes se incrustaron en sus metrópolis a través de las favelas,
donde los pobres se mezclaron entre sí, creando así el tan temido mulato, o
sea, el mestizaje de la población.
Queremos traer aquí también, el concepto de
raza, pues será motivo (incluso) de antecedente en el juicio que se le realizó
a nuestro investigado, de donde surge casi toda la biografía de Juca Rosa. El
concepto de raza fue utilizado para reafirmar el valor de pureza e impureza,
anteriormente establecido por criterios religiosos, ahora justificados de modo
científico, igual o tan dogmático que los conceptos religiosos, que por lo
menos, planteaban que para ser salvos había que convertirse al cristianismo, la
ciencia no daba esa oportunidad.
Gabriela Sampaio: “A historia do feiticeiro
Juca Rosa”, sobre cuyo trabajo descansa esta investigación, lo define como:
“uno de los más importante líderes negro religioso que Brasil haya conocido a
lo largo del siglo XIX, durante el período Imperial”. Su historia jamás había
sido abordada con profundidad debido a las carencias de datos e información
sobre su existencia, su infancia, su experiencia como esclavo e incluso sobre
su mediunidad de cura, que posteriormente lo catapultara a su actividad
religiosa.
José Sebastiao Da Rosa, más conocido por Jucas
Rosa el fechicero, nacido en Río de Janeiro en el año 1833, hijo de africanos,
sumaba todo lo que la sociedad del momento despreciaba, negro, fechicero, de
vestir elegante, de buen vivir, relacionado con mujeres blancas, políticos e
integrantes de la corte. Todo esto en vez de considerarse virtudes a destacar,
fueron el blanco de los ataque del poder médico, científico, religioso y la
prensa. Definitivamente, él no era un buen ejemplo para la sociedad blanca y
mucho menos para todos aquellos negros, indios o mestizos que se atrevieran a
imitarlo.
Los datos y registros de la época, dicen que
Juca Rosa comenzó sus actividades como médium fechicero a mediados del año 1860
luego de abandonar su actividad como alfaiate y de cochero. Casado con un hijo,
ocupaba su tiempo trabajando para sostener a su familia. Según Sampaio, cuando
el médium Rosa no estaba incorporado con el Pai Quibombo, lo estaba con el Pai
Vencedor o con el Pai Zuza, que nos llevan a pensar en un Caboclo de Ogum y de
un Preto Viejo de nuestra actual Umbanda.
Según el diario JN, Juca Rosa lideraba una
misteriosa asociación que contaba con numerosos adeptos provenientes de
diferentes extractos sociales, negros libres y esclavos, inmigrantes, costureras,
capoeiras, comerciantes, políticos e integrantes de la corte. Los rituales
realizados en su casa, (luego de las persecuciones en las diferentes casas de
sus iniciadas) tenían profundas relaciones con movimientos originarios del
África Central, en especial del antiguo reino del congo; influencias culturales
que perviven hasta nuestros días en Brasil.
La vestimenta ritual utilizada por Juca Rosa
era una camisa blanca, una calza de terciopelo azul con franjas plateadas, en
la cabeza un gorro también de terciopelo con franjas bordadas, también
plateadas. Según el aporte de la historiadora Mary Karash, esos gorros eran
similares a los utilizados por los fechiceros de las tradiciones del África
Centro Occidental, con fuertes influencias de los negros Minas aún en la
primera mitad del siglo XIX.
En la cintura, Rosa portaba una bolsita
conteniendo hierbas, plumas, piedras y otros pertrechos igual a las encontradas
entre los fechiceros de la región del África Central, especialmente Congo,
Angola, donde se las cargaba también con hierbas y otros elementos ritual, de
manera que, se nota aquí una fuerte ligación entre los elementos rituales
utilizados por Rosa y la práctica de curas común entre los Bakongos, como es
descrito por el antropólogo Wyatt MacGaffey (1991).
Este antropólogo, en sus estudios habla de los
Nkisis, una fuerza entendida por los bantúes como proveniente de la Tierra
invisible donde viven los muertos y que puede ser controlada y manipulada por
los hombres a través de procedimientos ritual del Nganga, donde se incluyen
instrumentos musicales, ropas especiales, danzas y música. Estos rituales
cuentan con un gran despliegue de elementos ritual donde la fuerza del Nkisi es
atrapada en diversos objetos que van a colmar la bolsa que porta el Sacerdote
(Nganga) exactamente igual a los rituales y elementos utilizados por Rosa.
Estas eran las más destacadas características
de quien a la postre con su actitud invirtió el orden social, se atrevió a no
quedar recluido en el lugar que la sociedad tenía asignada para los negros,
mestizos e indígenas y además, demostró que las religiones miscigenadas no son
un subproducto del demonio.
El poder y fama del médium Juca Rosa ultrapasó
las fronteras de la capital Río de Janeiro, llegando (incluso)a ser conocido en
Europa. Con el paso del tiempo su nombre pasó a ser sustituido por el de su
“Santo” Pai Quibombo, quien llegaba en el médium Juca Rosa para evacuar
consultas, recomendar ofrendas y recetar hierbas, brebajes y otros elementos
utilizados por Rosa para complementar las tareas marcadas por su Santo, como
era entendido en aquel momento.
El juicio de Juca Rosa fue el 5 de julio de
1871, luego de estar encarcelado durante 8 meses, la acusación había sido
realizada en forma anónima, a través del “Diario Noticias”, jornal de gran
circulación en la corte imperial propiciando la apertura de un proceso criminal
contra Juca Rosa, quien fue procesado por el delito de estelionato y
prostitución de mujeres (lenicidio).
Las acusaciones adquirieron ribetes de altísimo
sensacionalismo e hipocresía, desde la fascinación que causaba en los hombres y
mujeres de cabeza “flaca” (como lo llaman en Brasil), que recurrían a sus
servicios, hasta las actividades sexuales de Rosa. Es más, algunos argumentos
utilizados en su contra iban desde temas raciales hasta de clase social: ¿Cómo
un negro podía portar joyas y ropaje de gente acomodada? ¿dónde se vio (decían
algunos) que un negro ande con mujeres blancas y como si ello fuera poco,
señoras de la corte?. Seguramente ese dinero que el ostenta, proviene de
estafas, engaños y mentiras, tanto a hombres, como a mujeres que al recurren.
Definitivamente, Juca Rosa estaba en el lugar
equivocado en el momento histórico menos propicio. A nadie le había llamado la
atención (hasta ese momento), la figura de Juca Rosa más hayá de su condición
de fechicero. Su comunidad religiosa (secta, según sus detractores) estaba
instalada dentro de la corte, bien cerquita de la policía, o sea, dentro de las
fauces del mismísimo imperio.
Las fuertes campañas contra la prostitución, la
persecución y represión a los curanderos por algunos sectores del gobierno,
sumados a la comunidad médica que buscaba legitimar la ciencia contra las
prácticas de curanderismo o medicina tradicional, instalaron su centro de poder
en la naciente prensa que se encargaba de hostigar y desacreditar todo tipo de
práctica magística, condicionando la opinión pública.
Finalizando, el enorme volumen de material
consultado por Gabriela Sampaio, provienen del juicio y las acusaciones hacia
Juca Rosa, solo existiendo una pobre y tibia defensa de sus abogados y la
negativa de Juca Rosa ante las acusaciones. Los testigos que él creía
declararían en su favor, no se presentaron. La falta de denuncias previas de
las supuestas víctimas, en la policía o en la justicia tampoco sirvieron como
pruebas o atenuante, ante la andanada de acusaciones.
Uno de los móviles utilizados por la justicia
para acusar a Rosa fue el de seducción. ¿En qué argumentos científicos o
protocolar se basaron para comprobar esos encantamientos? ¿Por qué fue denunciado luego de años de rituales y
fechicería, justamente en la región central de la corte? Estas y otras
preguntas nos quedan danzando en la mente, sólo para confirmar nuestras
sospechas de que Jucas Rosa fue víctima del poder político, científico y
religioso que mantenía y mantiene aún, la hegemonía sobre el conocimiento, la
espiritualidad y el modelo de vida.
No estamos afirmando con esto que lo que Jucas
Rosa realizaba era Umbanda, pero no tenemos dudas del aporte espiritual y
religioso que su práctica contribuyó para la construcción de nuestra
religiosidad. Él, era un médium que recibía espíritus que llegaban auxiliar
aquellos que lo procuraban. Danzas, atabaques, congal con imágenes1,
tabaco, bebidas, ofrendas y otros elementos que decoran nuestros terreiros de
hoy, eran y siguen siendo símbolos umbandistas que Jucas Rosa utilizaba en
aquellos tiempos.
Desde nuestro centro, vaya nuestro
reconocimiento al aporte realizado por el médium fechicero Juca Rosa, Pai
Quibombo.
FUENTES
A historia do feiticeiro Juca Rosa : Gabriela
dos Reis Sampaio
A sedusao do feitiso: Juca Rosa, Pai Gaviao e acusasoes de feiticeiria no Imperio
do Brasil: Luis Couceiro
O Mito de Origen: María Elise Gabriele Baggio
Machado Rivas
Adriano Moraes – Sociólogo, Pesquisador das
Religiões de Matriz Africana, Especialista em Educação e Juventude.
http://lattes.cnpq.br/1506910163721246.
GIUMBELLI, Emerson. In “Caminhos da Alma, zélio
de Moraes e as Origens da Umbanda”. São Paulo, Selo Negro Edições, 1998.
MUNANGA, Kabelenge. In “ História do Negro no
Brasil”. Brasília, Fundação Palmares, 2004.
Sousa, Leal de. In “ O Espiritismo, a Magia e
as Sete Linhas de Umbanda. Rio de Janeiro, Companhia das Letras,1996.
“Nas trincheras da cura:as diferentes medicinas
no Rio de Janeiro” Sampaio Gabriela dos Reis.
“Africa coberta y descoberta no Brasil”: Slenes
Roberto.
“Devotos da cor. Identidad étnica,
religiosidade e escarvidao no Río de Janeiro”: Marisa Carvalho
1 El altar contaba con Santos: Nuestra Señora da
concepsao, Señor do Bonfim, crucifijos, lampariñas, velas, raíces con punteras,
líquidos con diferentes colores, potes con polvos, misangas, hojas, piedras,
yarutos, y un cachimbo cuidadosamente adornado. Había también música por medio
de la macumba y atabaques.
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