15 de febrero de 2016

EL 15 DE NOVIEMBRE DE 2015, NUESTRA CASA 
REALIZÓ UN ENCUENTRO EN CONMEMORACIÓN 
DEL "RE-NACIMIENTO" DE UMBANDA EN SUS 107 
AÑOS, EN LA TORRE DE LAS COMUNICACIONES DE 
ANTEL.
 En esta jornada participaron un grupo de estudiantes del curso 2015 de Antropología Social III/Sistemas Socioculturales de América del departamento de Antropología Social de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación e integrantes del Centro Reino da Mata y contó con la exposición de investigadores afrouruguayos. Lo compartimos con ustedes:

EL FECHICERO JUCAS ROSA


Pai Quibombo


Continuamos instalados en Brasil a fines del siglo XIX y principios del siglo XX donde se desarrollan las historias que les vamos compartir. Ese momento histórico que Brasil vivía, tiene como fenómenos a destacar: los debates entre el imperio y la república, entre los abolicionistas y quienes querían mantener el sistema esclavista; entre la medicina científica y el llamado “curanderismo” y finalmente, la instalación del llamado cuarto poder, la prensa, directa responsable en los hechos que vamos a desarrollar.

De manera que, tenemos aquí un país continente, de enormes dimensiones, cuya élite intentó de todas maneras frenar el avance de la cultura africana e indígena. Los indígenas fueron recluidos en reservas, lejos de las ciudades. No lograron hacer lo mismo con los africanos y su descendencia quienes se incrustaron en sus metrópolis a través de las favelas, donde los pobres se mezclaron entre sí, creando así el tan temido mulato, o sea, el mestizaje de la población.    

Queremos traer aquí también, el concepto de raza, pues será motivo (incluso) de antecedente en el juicio que se le realizó a nuestro investigado, de donde surge casi toda la biografía de Juca Rosa. El concepto de raza fue utilizado para reafirmar el valor de pureza e impureza, anteriormente establecido por criterios religiosos, ahora justificados de modo científico, igual o tan dogmático que los conceptos religiosos, que por lo menos, planteaban que para ser salvos había que convertirse al cristianismo, la ciencia no daba esa oportunidad.

Gabriela Sampaio: “A historia do feiticeiro Juca Rosa”, sobre cuyo trabajo descansa esta investigación, lo define como: “uno de los más importante líderes negro religioso que Brasil haya conocido a lo largo del siglo XIX, durante el período Imperial”. Su historia jamás había sido abordada con profundidad debido a las carencias de datos e información sobre su existencia, su infancia, su experiencia como esclavo e incluso sobre su mediunidad de cura, que posteriormente lo catapultara a su actividad religiosa. 

José Sebastiao Da Rosa, más conocido por Jucas Rosa el fechicero, nacido en Río de Janeiro en el año 1833, hijo de africanos, sumaba todo lo que la sociedad del momento despreciaba, negro, fechicero, de vestir elegante, de buen vivir, relacionado con mujeres blancas, políticos e integrantes de la corte. Todo esto en vez de considerarse virtudes a destacar, fueron el blanco de los ataque del poder médico, científico, religioso y la prensa. Definitivamente, él no era un buen ejemplo para la sociedad blanca y mucho menos para todos aquellos negros, indios o mestizos que se atrevieran a imitarlo.

Los datos y registros de la época, dicen que Juca Rosa comenzó sus actividades como médium fechicero a mediados del año 1860 luego de abandonar su actividad como alfaiate y de cochero. Casado con un hijo, ocupaba su tiempo trabajando para sostener a su familia. Según Sampaio, cuando el médium Rosa no estaba incorporado con el Pai Quibombo, lo estaba con el Pai Vencedor o con el Pai Zuza, que nos llevan a pensar en un Caboclo de Ogum y de un Preto Viejo de nuestra actual Umbanda.

Según el diario JN, Juca Rosa lideraba una misteriosa asociación que contaba con numerosos adeptos provenientes de diferentes extractos sociales, negros libres y esclavos, inmigrantes, costureras, capoeiras, comerciantes, políticos e integrantes de la corte. Los rituales realizados en su casa, (luego de las persecuciones en las diferentes casas de sus iniciadas) tenían profundas relaciones con movimientos originarios del África Central, en especial del antiguo reino del congo; influencias culturales que perviven hasta nuestros días en Brasil.

La vestimenta ritual utilizada por Juca Rosa era una camisa blanca, una calza de terciopelo azul con franjas plateadas, en la cabeza un gorro también de terciopelo con franjas bordadas, también plateadas. Según el aporte de la historiadora Mary Karash, esos gorros eran similares a los utilizados por los fechiceros de las tradiciones del África Centro Occidental, con fuertes influencias de los negros Minas aún en la primera mitad del siglo XIX.

En la cintura, Rosa portaba una bolsita conteniendo hierbas, plumas, piedras y otros pertrechos igual a las encontradas entre los fechiceros de la región del África Central, especialmente Congo, Angola, donde se las cargaba también con hierbas y otros elementos ritual, de manera que, se nota aquí una fuerte ligación entre los elementos rituales utilizados por Rosa y la práctica de curas común entre los Bakongos, como es descrito por el antropólogo Wyatt MacGaffey (1991).

Este antropólogo, en sus estudios habla de los Nkisis, una fuerza entendida por los bantúes como proveniente de la Tierra invisible donde viven los muertos y que puede ser controlada y manipulada por los hombres a través de procedimientos ritual del Nganga, donde se incluyen instrumentos musicales, ropas especiales, danzas y música. Estos rituales cuentan con un gran despliegue de elementos ritual donde la fuerza del Nkisi es atrapada en diversos objetos que van a colmar la bolsa que porta el Sacerdote (Nganga) exactamente igual a los rituales y elementos utilizados por Rosa.

Estas eran las más destacadas características de quien a la postre con su actitud invirtió el orden social, se atrevió a no quedar recluido en el lugar que la sociedad tenía asignada para los negros, mestizos e indígenas y además, demostró que las religiones miscigenadas no son un subproducto del demonio.

El poder y fama del médium Juca Rosa ultrapasó las fronteras de la capital Río de Janeiro, llegando (incluso)a ser conocido en Europa. Con el paso del tiempo su nombre pasó a ser sustituido por el de su “Santo” Pai Quibombo, quien llegaba en el médium Juca Rosa para evacuar consultas, recomendar ofrendas y recetar hierbas, brebajes y otros elementos utilizados por Rosa para complementar las tareas marcadas por su Santo, como era entendido en aquel momento.

Cuando fue preso en 1870, acusado por el crimen de “estelionato” y exploración de prostitución, , era considerado una figura legendaria y por más que la clase dominante, letrados, médicos y poderosos comerciantes intentaran desmerecerlo, atribuyéndole su éxito a que engañaba a personas ignorantes y atrasadas, los hechos demostraban lo contrario. En efecto, su casa era frecuentada por políticos de renombre, mujeres de la corte imperial y acomodados comerciantes que llegaban para beneficiarse de los prodigios de Juca Rosa y nadie escapaba al poder de facinanción que causaba su sola presencia en el cotidiano de Río de Janeiro, fuesen ellos pobres o ricos.

El juicio de Juca Rosa fue el 5 de julio de 1871, luego de estar encarcelado durante 8 meses, la acusación había sido realizada en forma anónima, a través del “Diario Noticias”, jornal de gran circulación en la corte imperial propiciando la apertura de un proceso criminal contra Juca Rosa, quien fue procesado por el delito de estelionato y prostitución de mujeres (lenicidio).

Las acusaciones adquirieron ribetes de altísimo sensacionalismo e hipocresía, desde la fascinación que causaba en los hombres y mujeres de cabeza “flaca” (como lo llaman en Brasil), que recurrían a sus servicios, hasta las actividades sexuales de Rosa. Es más, algunos argumentos utilizados en su contra iban desde temas raciales hasta de clase social: ¿Cómo un negro podía portar joyas y ropaje de gente acomodada? ¿dónde se vio (decían algunos) que un negro ande con mujeres blancas y como si ello fuera poco, señoras de la corte?. Seguramente ese dinero que el ostenta, proviene de estafas, engaños y mentiras, tanto a hombres, como a mujeres que al recurren. 

Definitivamente, Juca Rosa estaba en el lugar equivocado en el momento histórico menos propicio. A nadie le había llamado la atención (hasta ese momento), la figura de Juca Rosa más hayá de su condición de fechicero. Su comunidad religiosa (secta, según sus detractores) estaba instalada dentro de la corte, bien cerquita de la policía, o sea, dentro de las fauces del mismísimo imperio.

Las fuertes campañas contra la prostitución, la persecución y represión a los curanderos por algunos sectores del gobierno, sumados a la comunidad médica que buscaba legitimar la ciencia contra las prácticas de curanderismo o medicina tradicional, instalaron su centro de poder en la naciente prensa que se encargaba de hostigar y desacreditar todo tipo de práctica magística, condicionando la opinión pública.

Finalizando, el enorme volumen de material consultado por Gabriela Sampaio, provienen del juicio y las acusaciones hacia Juca Rosa, solo existiendo una pobre y tibia defensa de sus abogados y la negativa de Juca Rosa ante las acusaciones. Los testigos que él creía declararían en su favor, no se presentaron. La falta de denuncias previas de las supuestas víctimas, en la policía o en la justicia tampoco sirvieron como pruebas o atenuante, ante la andanada de acusaciones.

Uno de los móviles utilizados por la justicia para acusar a Rosa fue el de seducción. ¿En qué argumentos científicos o protocolar se basaron para comprobar esos encantamientos? ¿Por qué  fue denunciado luego de años de rituales y fechicería, justamente en la región central de la corte? Estas y otras preguntas nos quedan danzando en la mente, sólo para confirmar nuestras sospechas de que Jucas Rosa fue víctima del poder político, científico y religioso que mantenía y mantiene aún, la hegemonía sobre el conocimiento, la espiritualidad y el modelo de vida.

No estamos afirmando con esto que lo que Jucas Rosa realizaba era Umbanda, pero no tenemos dudas del aporte espiritual y religioso que su práctica contribuyó para la construcción de nuestra religiosidad. Él, era un médium que recibía espíritus que llegaban auxiliar aquellos que lo procuraban. Danzas, atabaques, congal con imágenes1, tabaco, bebidas, ofrendas y otros elementos que decoran nuestros terreiros de hoy, eran y siguen siendo símbolos umbandistas que Jucas Rosa utilizaba en aquellos tiempos.
    
Desde nuestro centro, vaya nuestro reconocimiento al aporte realizado por el médium fechicero Juca Rosa, Pai Quibombo.

FUENTES
A historia do feiticeiro Juca Rosa : Gabriela dos Reis Sampaio
A sedusao do feitiso: Juca Rosa, Pai  Gaviao e acusasoes de feiticeiria no Imperio do Brasil: Luis Couceiro
O Mito de Origen: María Elise Gabriele Baggio Machado Rivas
Adriano Moraes – Sociólogo, Pesquisador das Religiões de Matriz Africana, Especialista em Educação e Juventude. http://lattes.cnpq.br/1506910163721246.
GIUMBELLI, Emerson. In “Caminhos da Alma, zélio de Moraes e as Origens da Umbanda”. São Paulo, Selo Negro Edições, 1998.
MUNANGA, Kabelenge. In “ História do Negro no Brasil”. Brasília, Fundação Palmares, 2004.
Sousa, Leal de. In “ O Espiritismo, a Magia e as Sete Linhas de Umbanda. Rio de Janeiro, Companhia das Letras,1996.
“Nas trincheras da cura:as diferentes medicinas no Rio de Janeiro” Sampaio Gabriela dos Reis.
“Africa coberta y descoberta no Brasil”: Slenes Roberto.
“Devotos da cor. Identidad étnica, religiosidade e escarvidao no Río de Janeiro”: Marisa Carvalho




1 El altar contaba con Santos: Nuestra Señora da concepsao, Señor do Bonfim, crucifijos, lampariñas, velas, raíces con punteras, líquidos con diferentes colores, potes con polvos, misangas, hojas, piedras, yarutos, y un cachimbo cuidadosamente adornado. Había también música por medio de la macumba y atabaques.

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